La pandemia del coronavirus ha llegado hasta lo más profundo de la Amazonía y los pueblos indígenas llevan meses alertando del nuevo peligro al que se enfrentan debido a su extrema vulnerabilidad ante el virus.
Según la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), los infectados ya superan los 13.801 y 491 los fallecidos. La situación se vio empeorada la semana pasada cuando el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, sancionó con 16 vetos la ley que obliga al Gobierno a proteger a los pueblos indígenas durante la pandemia. El mandatario ultraderechista vetó puntos fundamentales, como proporcionar agua potable, distribuir de forma gratuita material de higiene ocestas de alimentos básicos.
Ese mismo día, un juez de la Corte Suprema determinó que el Gobierno debe adoptar medidas para contener el contagio y las muertes entre la población indígena.
En medio de ese tira y afloja, las organizaciones defensoras de los derechos indígenas denuncian que con las sanciones Bolsonaro ha reforzado la “política genocida” que lleva impulsando desde el comienzo de su mandato contra los pueblos originarios, un total de 305 en todo Brasil, que suman unas 900.000 personas.