Las imágenes madrileñas que conmocionaron al mundo de pacientes esperando su turno para ser atendidos en los pasillos de los hospitales saturados, con las residencias para ancianos colapsadas por el ingreso del virus y los contagios por las nubes, podrían convertirse en postales de la tercera ciudad del país si no se detiene el avance del coronavirus en los próximos días, según afirmaron a LPO autoridades locales.
La preocupación en el gobierno es extrema ya que la ciudad registra un crecimiento exponencial de los positivos superando los 800 en cada jornada, una situación que podría agravarse si se confirman los pronósticos esperan vivir en octubre las semanas más difíciles, según los cálculos del equipo de epidemiólogos que asesoran al gobernador Omar Perotti.
Las 600 camas que tiene Rosario de Unidades de Terapia Intensiva, sumados el sector público y el privado, registran una ocupación que ronda el 93 por ciento, mientras que la disponibilidad de camas generales es más holgada debido a la habilitación de los hospitales modulares y centros de atención destinados a pacientes con covid-19.
Lo sorprendente es que Rosario transitó los primeros cinco meses de declarada la pandemia en Argentina con una muy leve tasa de contagios lo cual permitió que, por un lado la actividad económica tuviese una apertura importante entre junio a agosto y por el otro, que el Estado tuviese tiempo de equipar y prever los recursos materiales y humanos para hacer frente a las semanas difíciles.
Pero algo falló y a dos semanas del pico de contagios, hay una carrera contra el tiempo para tratar de conseguir equipamiento y personal. De hecho, el gobierno provincial tuvo que ordenar el envío de enfermeras de Santa Fe Capital a Rosario y estarían incorporando más respiradores que envía Nación en comodato además de incrementar los niveles de testeos con dispositivos rápidos para no seguir cargando los laboratorios habilitados para procesar hisopados cuyos resultados están demorando una semana.
Esta situación es la que agita el temor en la ciudad de terminar enfrentando una crisis similar a la que vivió Madrid a fines de marzo, cuando se dispararon los contagios como consecuencia de una serie de desaciertos en la gestión de la pandemia como la masiva marcha del 8M, la tardía suspensión de las dos ligas europeas de fútbol y la vida urbana a ritmo normal hasta que la propagación del virus obligó al confinamiento absoluto que duró tres meses y recién entonces se logró bajar la circulación del covid-19.
En los momentos más críticos de la pandemia, las autoridades tuvieron que convertir la pista de hielo del centro de Madrid en una morgue y al gran predio de eventos Ifema, en un hospital para los casos de Covid.