Por Pablo Giuliano, corresponsal, y Ariadna Dacil Lanza, enviada especial
(Desde Brasil) Los brasileños votaron este domingo en las elecciones generales más trascendentes de los últimos 30 años, con el expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva como favorito de las encuestas para desbancar a su rival, el mandatario ultraderechista Jair Bolsonaro.
El presidente Jair Bolsonaro lidera el escrutinio tras la votación de este domingo en Brasil, con el 46,31 por ciento de los votos, mientras el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva achica la diferencia a menos de dos puntos porcentuales (44,86 por ciento), con más del 52 % de los sufragios contados, según datos del Tribunal Superior Electoral (TSE).
En el inicio del conteo, la diferencia a favor de Bolsonaro era de más de siete puntos porcentuales.
Para ganar en primera vuelta se necesita el 50% más uno de los votos. Si ninguno de los candidatos alcanza esa cifra, la Presidencia de Brasil se definirá en un balotaje el 30 de octubre.
El Tribunal Superior Electoral contabiliza sólo los votos válidos para elegir presidente, es decir, no incluye a los sufragios en blanco o los anulados.
Las mesas abrieron puntualmente a las 8 y cerraron en general a las 17, aunque muchas de ellas continuaron abiertas a la espera de que votaran los ciudadanos que estaban formando fila a esa hora.
La jornada, que transcurrió sin mayores incidentes, se caracterizó por la gran afluencia de ciudadanos, en su mayoría ataviados con ropa verde y amarilla o roja, según fueran simpatizantes de Bolsonaro o Lula, que convivieron en paz en las largas filas formadas frente a los colegios.
El exmandatario votó cerca de San Pablo, donde forjó su actividad sindical y política en las décadas de 1970 y 1980 y lideró el mayor movimiento obrero contra la dictadura militar que gobernó el país desde 1964 a 1985.
“Estoy votando con la posibilidad de volver a ser presidente para que el país vuelva a la normalidad”, dijo Lula.
A unos 430 kilómetros de distancia, el presidente y excapitán del Ejército votó en Río de Janeiro, en una escuela del barrio Villa Militar a la que llegó en una caravana de autos negros, vestido con la camiseta de la selección de fútbol de Brasil.
Bolsonaro, en el poder desde 2019, fue consultado sobre si reconocerá los resultados, tras haber amenazado varias veces con no hacerlo afirmando que no solo las encuestas no son creíbles, sino tampoco el sistema de urnas electrónicas que se usa en Brasil.
“Unas elecciones limpias deben ser respetadas”, dijo a medios, entre ellos Télam, antes de votar, pareciendo insinuar que sólo reconocerá los resultados si considera que el proceso, que es supervisado por observadores internacionales, fue transparente.
Más de 156 millones de brasileños estaban habilitados para participar de los comicios, en los que se eligieron además los gobernadores de los 27 estados, 21 senadores, 513 diputados federales y más de 1.000 legisladores regionales.
El voto en Brasil es obligatorio para los ciudadanos de entre 18 y 69 años y opcional para los que tienen 16 y 17 y los mayores de 70.
Sea quien sea el ganador, asumirá la Presidencia el 1 de enero de 2023 y con, ella, las riendas del país más grande y más poblado de Sudamérica, así como su mayor economía, la décima del mundo, según el FMI en base al PBI nominal.