Desde Londres
La guerra en Gaza está haciendo estragos en la política británica. El vienes el líder del Workers Party (Partido de los Trabajadores), George Galloway, rompió el clásico bipartidismo británico con una arrasadora victoria en el escaño de Rochdale, norte de Inglaterra. Los conservadores quedaron en tercer lugar, los laboristas, que hacía décadas dominaban esa circunscripción, fueron relegados a un cuarto puesto.
Angustiado el primer ministro Rishi Sunak dio un mensaje televisivo diciendo que la democracia británica estaba siendo amenazada, exhortando a la unidad nacional y pidiendo a los manifestantes que vienen saliendo a las calles todos los sábados en las principales ciudades del reino que “no se dejen capturar por elementos extremistas”.
El líder de la oposición, el laborista Sir Keir Starmer se mostró por primera vez en mucho tiempo de acuerdo con Sunak y compartió el tono apocalíptico de su mensaje. “El primer ministro tiene razón en hacer este llamado a la unidad nacional y en condenar la inaceptable e intimidatoria conducta que hemos visto recientemente”, dijo Starmer.
No sorprende esta coincidencia ante la aparición del “outsider” Gallagher. Rochdale es un golpe directo a ambos partidos. Es un mazazo a los conservadores por ser la fuerza gobernante, pero también para los laboristas castigados por la obstinada política pro-isralelí de Starmer, solo moderada en las últimas semanas ante la barbarie en Gaza.
Un exultante Galloway les contestó durante la celebración de su éxito electoral que lo convierte en el único diputado de una fuerza de izquierda en la Cámara de los Comunes. “Keir Starmer: esta votación es por Gaza. Has pagado y vas a pagar un altísimo precio por el papel que has jugado en permitir, alentar y encubrir la catástrofe que está ocurriendo en estos momentos en la ocupada Palestina y la Franja de Gaza. Starmer y Sunak son dos nalgas de la misma cola y se han llevado una buena paliza”, dijo Galloway con esa inclinación tan British al Spanking y sus metáforas.
Los manifestantes no se dieron por enterados de los pedidos del primer ministro y salieron a las calles con las mismas consignas que vienen cantando desde octubre. Este sábado la mayor parte de las protestas se centraron en el Banco Barclays por el “apoyo financiero a compañías armamentistas que están suministrando armas y tecnología militar a Israel”.
La proyección nacional de un voto local
En un año electoral cada elección local, parlamentaria o municipal es analizada con lupa. Los laboristas llevan desde hace más de un año 17 puntos de ventaja en las encuestas a los conservadores que gobiernan desde 2010 con una receta de ajuste permanente que parece haber hartado a los británicos.
En muchas de las 650 circunscripciones que eligen diputados – en el sistema británico el partido que obtiene mayoría elige automáticamente a su líder como primer ministro – el papel de las minorías étnicas puede ser decisivo. En el Reino Unido hay casi dos millones de musulmanes. En una localidad como Rochdale conforman el 30% del electorado.
Desde que Starmer adoptó en octubre pasado su posición pro-israelí, que lo llevó a rechazar el pedido de un cese el fuego, muchos musulmanes, tradicionales votantes laboristas, se desilusionaron con el laborismo. Este distanciamiento de un partido con el que tenían un vínculo aparentemente inquebrantable desde el fuerte movimiento inmigratorio de las ex colonias en la posguerra, se vio en la celebración de la victoria en Rochdale. “Hicimos historia. Nuestras familias votaron por el laborismo durante muchos años por una cuestión de tradición, pero este es un voto por el cambio”, dijo Hassan Ali al The Guardian.
Galloway, que fue expulsado del laborismo en 2003 por su oposición a la guerra en Irak, señaló que en las elecciones que se llevarían a cabo en noviembre – es prerrogativa del gobierno fijar la fecha – presentaría 50 candidatos de su Partido de los Trabajadores en distritos donde los musulmanes tienen fuerte presencia. Según el más respetado encuestador del Reino Unido, John Curtice, su victoria en Rochdale es notable, pero no tan fácilmente replicable.
“Esta es la sexta vez desde 1945 que un candidato que no tiene representación en el parlamento gana una elección. Es un resultado muy duro para los laboristas. Si bien los diputados en la mayoría de las circunscripciones a las que apunta Galloway tienen mayorías amplias, no van a querer arriesgarse, de modo que la presión sobre Starmer para que reconsidere su posición va a ser más intensa”, dijo Curtice.
El factor Gaza
El año pasado hubo más de 4100 ataques antisemitas, el grueso concentrado después de la respuesta israelí a la masacre del siete de octubre. Al mismo tiempo crecieron en el Partido Conservador los incidentes discriminatorios anti-islámicos que llevaron a la suspensión de un diputado Lee Anderson quien acusó al intendente de Londres, el laborista Sadiq Khan, de “querer entregar nuestra capital a sus amiguetes islámicos”.
Las manifestaciones que tienen lugar desde la brutal respuesta israelí en octubre no han cesado ni muestran señales de desgaste o agotamiento. Todo lo contrario. Con cada nueva incursión en la Franja, se suman más manifestantes a las protestas. Hace dos semanas, en medio de la ofensiva israelí ocurrió algo inusual en esta monarquía parlamentaria en la que el rey reina pero no gobierna. El príncipe Guillermo, que está sustituyendo informalmente a su padre Carlos III sometido a un tratamiento de cáncer, se expidió a favor de un cese el fuego que pusiera fin a la tragedia humanitaria. Un pronunciamiento de esta naturaleza en un área de la política exterior del gobierno hubiera sido impensable en el largo reinado de su abuela Isabel II. La eterna campaña militar israelí lo está logrando.
El director de la Campaña de Solidaridad con Palestina, Ben Jamal, le aconsejó al primer ministro que antes de hablar de extremistas se mirara en el espejo de su propio partido. “Si quiere lidiar con extremistas debería empezar con políticos, comentaristas y líderes religiosos que apoyan a un estado que está siendo enjuiciado por genocidio, por su masacre indiscriminada y la deliberada creación de una hambruna. ¿Por qué en vez de mirar a los que protestan por esta situación no mira a su propio gabinete lleno de anti islamistas?”, dijo Jamal.
En el Consejo de Británicos judíos creen que la victoria de Galloway es un día “oscuro” para la comunidad. “Galloway es un demagogo y un conspiracionista que fomenta la división y el odio. Su elección es un día negro para nuestra comunidad y para la política británica. Esperamos que quede aislado y sea irrelevante en el parlamento”, señaló un portavoz del Consejo.