Desde París
El ultimo reducto aún encendido de una guerra en Europa giró de pronto hacia un conflicto de perfil gigantesco. La invasión de Ucrania por parte de las tropas rusas es, hasta ahora, el escalón más elevado del conflicto que opone a Rusia y Occidente desde hace más de tres décadas en torno tanto a la ampliación de la Alianza Atlántica, al conflicto en las regiones separatistas situadas en el este de Ucrania o la configuración política del mundo.
Se trata, además, de la embestida militar más importante que se haya producido en Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Ya no es más la Guerra Fría o la post Guerra Fría sino una guerra frontal, cara a cara, visión del mundo contra visión del mundo, sin palabras edulcoradas que envuelvan las intenciones. Cuando anunció el inicio de la ofensiva, el presidente ruso Vladimir Putin dijo: ”cualquiera que pretenda interponerse en nuestro camino o amenazar a nuestro país o a nuestro pueblo debe saber que la respuesta rusa será inmediata y tendrá consecuencias jamás vistas en nuestra historia”.
El avance ruso
Con una «superioridad aérea absoluta», el ejército ruso se acercaba el jueves a Kiev, la capital de Ucrania, con la intención de «decapitar al gobierno» para colocar uno prorruso, según fuentes militares occidentales. Tras haber disparado más de 160 misiles contra objetivos militares ucranianos, las fuerzas rusas avanzaron rápidamente desde Bielorrusia hacia el sur y «se fueron acercando a Kiev» a lo largo del día, dijo un alto funcionario del Pentágono. «Básicamente tienen la intención de decapitar al gobierno e instalar su propia forma de gobierno, lo que explicaría este avance inicial hacia Kiev», estimó. Según un alto funcionario de inteligencia occidental, «las defensas aéreas de Ucrania han sido eliminadas y no les queda fuerza aérea para protegerse».
El presidente ucraniano Volodimir Zelenski lamentó el viernes que su país ha quedado «solo» para defenderse ante la invasión rusa, que se cobró al menos 137 vidas en las primeras 24 horas. «Nos han dejado solos para defender nuestro Estado», dijo Zelenski en un video publicado en la cuenta presidencial. «¿Quién está dispuesto a combatir con nosotros? No veo a nadie. ¿Quién está listo a dar a Ucrania la garantía de una adhesión a la OTAN? Todo el mundo tiene miedo», lamentó.
La reacción de los aliados
Horas antes el mandatario estadounidense Joe Biden había reconocido la falta de unidad entre las potencias occidentales para darle una respuesta contundente al ataque ruso, a la vez que anunciaba nuevas sanciones económicas que convertirán a su homólogo ruso en un «paria». En un discurso desde la Casa Blanca, Biden dijo que Occidente sancionará a otros cuatro bancos rusos y que las restricciones a la exportación suprimirán «más de la mitad de las importaciones tecnológicas de Rusia. Esto impondrá un costo alto a la economía rusa, tanto de inmediato como a largo plazo», dijo. Sin embargo, agregó que no enviará tropas a Ucrania.
En Londres, el primer ministro Boris Johnson dijo que el Reino Unido congeló haberes de grupos bancarios y de fabricantes de armas, sancionó a cinco oligarcas más y cerró su espacio aéreo a la aerolínea rusa Aeroflot. El vicecanciller de Alemania, Robert Habeck, señaló que las sanciones occidentales «aislarán la economía rusa del progreso industrial, atacará y congelará activos y participaciones financieras y limitará drásticamente el acceso a los mercados europeos y estadounidenses».
En su alocución televisada, quien fuera hasta hace apenas tres días el principal rostro de la opción diplomática a la crisis, o sea, la, negociación con Rusia, el presidente francés, Emmanuel Macron, admitió que el momento era un salto hacia el vacío: ”es un giro en la historia de Europa y de nuestro país”. Macron calificó la invasión como un «acto de guerra”, advirtió que se responderá “sin debilidades y con sangre fría” y acusó al mandatario ruso de haber cometido una falta imperdonable: ”al renegar de su palabra, al rechazar la vía diplomática, al elegir la guerra, Vladimir Putin no sólo atacó a Ucrania: decidió llevar a cabo el más grave atentado contra la paz en nuestra Europa desde hace décadas”.
Cumbre de Europa
Palabras para condenar la invasión no faltaron, los actos para responder aún no se plasmaron. La Unión Europea se reunió en una cumbre urgente de jefes de Estado y de gobierno a fin de aprobar una nueva salva de sanciones que se agregan a las ya pactadas hace tres días cuando Putin reconoció por decreto la independencia de las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk, en el Donbás. Las sanciones serán “graves y de enormes consecuencias” dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, quien agregó que “el presidente Putin está intentando volver a los tiempos del Imperio Ruso”. Layen también precisó la doble base de las sanciones: primero, se apunta a poner a Rusia de rodillas mediante el “fin del crecimiento, el aumento de las financiaciones y la inflación, así como apurar la fuga de capitales”; en segundo lugar, cortarle a Moscú el acceso a las tecnologías. Cabe recordar no obstante que las sanciones que se adoptaron contra Rusia desde 2014 nunca disuadieron a Moscú de retener sus ambiciones en Ucrania. Además, esas sanciones fueron “medidas”, es decir, calculadas para no causar demasiado daño a Moscú y, por consiguiente, a las economías de los países que las adoptaron.
La doble cara de las democracias occidentales siempre asoma por algún conflicto donde la intensidad pone en juego sus intereses. En cuanto a la alianza militar Occidental de la OTAN, el organismo se reunió el jueves 25 para activar el artículo 5 del Tratado de la Alianza, el cual contempla la respuesta militar de la OTAN en caso de que se produzca un ataque desde el exterior contra alguno de sus miembros. Por ahora no ha sido el caso. Ucrania no integra la OTAN.
La reacción de China
Mientras tanto China adoptó una postura equidistante. Por un lado su canciller, Wang Yi, dijo que “comprende las preocupaciones razonables de Rusia en materia de seguridad”. Pero por otra parte “China siempre ha respetado la soberanía y la integridad territorial de todos los países, señaló el diplomático. «La cuestión ucraniana tiene una historia especial y complicada”, concluyó Wang.
País bisagra
Ex República soviética que accedió a la independencia en 1991, Ucrania es un país bisagra de 44 millones de habitantes situado entre Rusia y Europa. El país está dividido en una zona pro occidental al Oeste —mayoritaria—y los separatistas pro rusos al Este que se niegan a ser absorbidos por el Oeste. El 17 por ciento de la población es de origen ruso y la parte oriental es rusófona en su mayoría. Las fricciones actuales derivan de esa configuración, en particular de la elección de un dirigente pro occidental en 2005, Viktor Louchtchenko. Fue él quién entabló el giro de Ucrania hacia Europa y la OTAN. En 2010, la elección del pro ruso Viktor Ianoukovitch puso fin a ese acercamiento y volvió a inclinarse hacia Rusia. Ello dio lugar a manifestaciones gigantescas en la Plaza de la Independencia (Maidan), en Kiev, donde los pro europeos pedían la renuncia de Ianoukovitch. Esa revolución que dejó 80 muertos precipitó la renuncia del jefe del Estado en febrero de 2014 así como la anexión de Crimea decidida por Putin.
La confrontación entre Rusia y Occidente se focalizó en Ucrania. Los europeos veían un paraíso para sus valores y Putin una intromisión en un territorio esencial. La ruptura se plasmó en el Donbás, concretamente en las provincias de Donetsk y Lugansk, cuya independencia Moscú reconoció en febrero pocos días antes de invadir Ucrania. Los combates encarnizados hicieron intervenir a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) como mediadora (2015) y luego, en 2016, a Francia y Alemania, bajo cuyo arbitraje se reactivaron las negociaciones. En 2015 se pactó un alto el fuego y se firmaron los acuerdos de Minsk. El cese de las hostilidades apenas duró 10 días y en estos 8 años de conflicto murieron más de 15 mil personas.
Las guerras de Putin
La guerra es el sol más negro que puede iluminar a Europa y sus dirigentes la alejan como a una maldición. Dos Guerras Mundiales, 1914-1918 y 1939-1945, diez millones de muertos en la primera y 50 en la que siguió, dejaron una profunda huella entre los dirigentes para los cuales, al menos en Europa, la guerra nunca puede ser una opción. La ocupación de Ucrania es una copia certificada de lo que también ocurrió en 2008 en Georgia, cuando Rusia reconoció a dos repúblicas separatistas, Abjasia y Osetia del Sur, luego de que Georgia atacara brutalmente a Osetia del Sur. Después, Moscú ocupó el 20 por ciento del territorio de Georgia. El contexto espectacular del conflicto de hoy esconde, de hecho, otros antagonismos armados alejados del teatro europeo a través de los cuales Occidente y Rusia protagonizaron sucesivas confrontaciones.
En sus 22 años de poder, el presidente ruso Vladimir Putin estuvo al frente de varios conflictos, empezando el que asentó su influencia y su aura, la guerra en Chechenia (la segunda fase, 1999, cuando Putin era Primer Ministro), la República independentista de mayoría musulmana situada en el Cáucaso Norte. Siria y Malí son los dos teatros donde, en el Siglo XXI, la participación de Rusia hizo retroceder a Europa y Estados Unidos. En 2015, Rusia se desplegó militarmente en Siria en respaldo al presidente Bachar al-Assad. El jefe del Estado enfrentaba una revuelta interna derivada de la Primavera Árabe y respaldada con armas y consejeros por Estados Unidos y Europa. Putin ordenó la intervención de su aviación y con ella y los 63 mil hombres que sirvieron en la campaña siria derrotó a la coalición local e internacional que enfrentaba al poder de al-Assad. El último “frente a frente” es más reciente. Se trata de Malí, donde los mercenarios rusos del grupo Wagner aceleraron el fin de la presencia militar francesa y europea en ese país. En 2014, Francia intervino en Malí mediante la operación Barkhane con respaldo secundario de los aliados para luchar contra los grupos armados salafistas de Al-Qaeda y el Estado Islámico instalados en la región del Sahel, en la llamada “zona de las tres fronteras” donde convergen Malí, Burkina-Faso y Níger.
De todas esas guerras entre los dos adversarios, ninguna habrá cambiado el rumbo de la historia con tanta virulencia como la ocupación de Ucrania. Tal vez estemos en la frontera de lo que China y Rusia definieron como “la nueva era” en el documento que ambos países firmaron el pasado 4 de febrero. Emmanuel Macron llamó anoche a Vladimir Putin para exigirle “el fin inmediato de las operaciones militares en Ucrania”. Putin ya lo traicionó dos veces. No lo oirá seguramente una tercera.
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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/403925-conflicto-rusia-ucrania-bombardeo-ruso-alarma-mundial-y-mas-