Las tropas ucranianas reconquistaron este viernes la ciudad de Jersón y reivindicaron una “importante victoria” ante Rusia, que anunció que había retirado 30.000 hombres de la región y de la única capital de la cual se había apoderado en casi nueve meses de combates. El ministerio ucraniano de Defensa informó que “Jersón vuelve bajo el control de Ucrania; ya las unidades de las fuerzas armadas ucranianas entran en la ciudad”. Y llamó a los militares rusos que permanecen en el lugar a “rendirse inmediatamente”.
Para Kiev, este repliegue es una “importante victoria” y demuestra que “sin importar lo que haga Rusia, Ucrania va a ganar” la guerra, afirmó en Twitter el ministro ucraniano de Relaciones Exteriores, Dmytro Kuleba. Y difundió un video en el que se ve, según él, a habitantes de la localidad de Bilozerka, a pocos kilómetros de la ciudad de Jersón, arrancando un enorme cartel que proclamaba “Rusia está aquí para siempre”. El parlamento ucraniano publicó en Telegram fotos de civiles ondeando banderas ucranianas en Jersón.
Por su parte, el ministerio ruso de Defensa indicó que “más de 30.000 militares rusos y cerca de 5.000 piezas de armamento y vehículos militares fueron retirados” de la margen occidental del río Dniéper, donde está situada Jersón, para pertrecharse en la margen occidental, sin sufrir ninguna baja ni pérdidas de material. Se trata de la tercera retirada de las tropas rusas desde el inicio de la invasión a Ucrania.
Poco después del inicio de la guerra, Rusia fracasó en su tentativa de tomar la capital, Kiev, y en septiembre tuvo que abandonar casi toda la región de Járkov (noreste). Este repliegue es visto como un duro revés para el presidente ruso, Vladimir Putin, quien proclamó a finales de septiembre con gran pompa en el Kremlin, la anexión de cuatro regiones ucranianas, entre ellas la de Jersón.
Moscú en aprietos.
Putin había prometido defender “por todos los medios” lo que ahora considera como territorios rusos, amenazando entre líneas con recurrir al arma nuclear. Pero ante la contraofensiva ucraniana lanzada a finales del verano, el ejército ruso anunció el miércoles que abandonaba la parte norte de la región de Jersón, incluida su capital, para consolidar posiciones en la margen opuesta del Dniéper, una barrera natural.
El Kremlin aseguró que pese a la retirada, Rusia sigue considerando que toda esta zona meridional de Ucrania le pertenece. La región de Jersón “es un tema de la Federación de Rusia”, dijo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. “No puede haber ningún cambio”, añadió en el primer comentario de la Presidencia rusa sobre el repliegue anunciado.
En septiembre, tras la retirada rusa de la región de Járkov, Putin ordenó la movilización de 300.000 reservistas para consolidar las líneas y recuperar la iniciativa en el terreno. Decenas de miles de integrantes de ese contingente están ya en zonas de combate. La agencia de prensa rusa Ria Novosti difundió imágenes filmadas por la noche de vehículos militares rusos abandonando Jersón a través del puente Antonovski, sobre el río Dniéper. Corresponsales rusos informaron que el puente fue destruido después e imágenes publicadas en las redes sociales, muestran la infraestructura destrozada.
Ucrania reivindicó el jueves la reconquista de una docena de localidades del norte de la región de Jersón, en la orilla derecha del río. El Estado Mayor ucraniano afirmó el viernes que su ofensiva “continúa”. Rusia sigue bombardeando otras regiones de Ucrania. Sus últimos ataques destruyeron gran parte de la infraestructura energética del país, privando de luz a varias regiones, incluyendo a Kiev. El jueves por la noche, al menos siete personas murieron en un ataque con misiles contra un edificio residencial en la ciudad de Mikolaiv. Una periodista de la AFP vio el edificio destruido y a socorristas buscando a víctimas bajo los escombros.
En el frente oriental también continúan los combates, especialmente en Bajmut, una ciudad que Moscú intenta conquistar desde hace meses con apoyo del grupo paramilitar Wagner.
La situación en el Donbás rusoparlante.
Tras cinco meses de ocupación rusa, las fuerzas ucranianas recuperaron en septiembre el control de los poblados de Yampil y Zaritchné, a unos 50 km al noreste de Kramatorsk, en el Donbás, donde los habitantes siguen sufriendo los violentos enfrentamientos. Muchas casas quedaron destruidas y en el bosque de pinos que bordea Yampil, los árboles están tumbados o ennegrecidos. Los restos de blindados siguen siendo visibles. En esta región de mayoría rusoparlante, los habitantes son principalmente personas mayores, para quienes la liberación de la zona tiene un sabor amargo.
En la casa de Nina Martchenko, en Yampil, un proyectil “entró por el tejado, atravesó la pared y destruyó la parte superior de la bodega” donde a menudo se refugiaban, contó a la AFP esta mujer de 72 años. Vive allí con su hijo Andriï de 50 años y su nuera Liudmila de 60. El día del ataque estaban en un refugio en casa de un vecino.
Ellos mismos repararon los daños, pues “se nos dijo que no había que esperar a que las autoridades locales lo hicieran”, explicó Nina. Comparten apenas 30m2. No puede retirar el dinero que tiene en el banco pese a los esfuerzos de las autoridades para restaurar los asuntos cotidianos. La familia recibe pasta y arroz, a veces carne y paté, cuando se distribuye ayuda alimentaria. No hay electricidad desde abril. Sacan agua de un pozo en el jardín y recogen leña de las casas destruidas. El bosque es demasiado peligroso por las minas.
“Seis proyectiles cayeron en el jardín. No eran rusos, eran ucranianos”, insistió Andriï. “¡Solo rezo a Dios para que por favor paren la guerra! No quiero nada más”, imploró la madre al borde de las lágrimas. “No es solo mi opinión. Todos aquí quieren que la guerra termine”.
En un campo en Zaritchné, tres mujeres y un hombre de la misma familia no quisieron dar su nombre: “No confío en nadie. Todos nos engañan. Rusia nos engaña. Ucrania nos engaña. Todos nos prometieron una montaña de oro. Al final, nos abandonaron… cuando vemos a los militares les pedimos pan. Las autoridades están desaparecidas porque temen los bombardeos”.
Un ataque destruyó la casa donde vivían sus dos nietos, que sobrevivieron. “Fueron los ucranianos quienes dispararon los proyectiles. No tengo miedo de decirlo. No había rusos aquí”, dijo, lamentando ya no poder ver a sus pequeños, que partieron con sus padres. Hasta el momento, las autoridades no reparan los daños que la guerra causó a los particulares y la mayoría de las obras públicas se aplazaron hasta la próxima primavera.
Cada vez más aislado internacionalmente, Putin no participará en la cumbre del G20 en Indonesia la semana próxima. El Kremlin dijo este viernes que su agenda no le permite realizar el viaje.