El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea, destacó la “vigencia” de la encíclica del papa Francisco Fratelli Tutti a dos años de su publicación, puso de relevancia su llamado a “la fraternidad” y convocó a construir una “política como alta forma de la caridad que haga frente al capitalismo salvaje y a todo tipo de populismos”.
“Ha sido notable el magisterio del papa Francisco en la pandemia y, de alguna manera, Fratelli Tutti es la culminación de ese magisterio”, planteó Ojea en una entrevista con Télam en el segundo aniversario de la encíclica publicada el 3 de octubre de 2020 y dedicada a “la fraternidad y amistad social”.
Ese magisterio durante la pandemia que sirvió de base a la encíclica, recordó Ojea, “contó con las catequesis llamadas curar al mundo, sobre la Doctrina Social de la Iglesia; los sermones de Santa Marta, en la Misa diaria, que ofrecían un riquísimo material de meditación para poder transitar la crisis; y, sobre todo, el 27 de marzo de 2020, con el Papa solo en la Plaza San Pedro, dándonos una lección sobre la barca y la tempestad sosegada según el Evangelio de San Marcos”.
“Fratelli Tutti viene a culminar todo aquello que el Papa proponía: es decir, que de una crisis se tiene que salir mejor”Monseñor Ojea
“Lamentablemente se han agudizado los desencuentros, las sombras en un mundo cerrado, como las llama el Papa en la encíclica, así como la cultura del descarte, el individualismo y ahora hemos entrado en una enorme pandemia emocional, donde la guerra es un partícipe importantísimo, una pandemia de crispación, de enojo, de odio”, enmarcó Ojea.
Para el presidente de la CEA, “entonces, de alguna manera, el llamado de Fratelli Tutti está más vigente que nunca. Un llamado a construir un proyecto común, una convivencia armónica, que incluya a todas las diferencias y diversidades, sean religiosas, culturales y sociales. Somos hermanos”, reflexionó.
Los tres fundamentos de la encíclica
“Uno es San Francisco de Asís, del que se están conmemorando 800 años de su visita al Sultán, que significó entrar en contacto con los musulmanes que en esa época eran la cultura opuesta, y que haciéndose pobre se hizo un hermano universal”, explicó Ojea sobre el Santo que sirvió de inspiración al nombre que tomó Jorge Bergoglio como Papa y para el título de la encíclica.
Otro fundamento “ha sido el histórico encuentro con el Gran Imán de Al Aazhar, Ahmed al-Tayab, en Abu Dabi, en el que produjeron un documento sobre la fraternidad humana, la paz mundial y la convivencia común”, planteó Ojea sobre la reunión del pontífice y la máxima autoridad del Islam sunita de 2019 que produjo una declaración en la que “se comprometen a asumir la cultura del diálogo como camino, la colaboración como conducta, el conocimiento recíproco como método y criterio”.
“Esto está más vigente que nunca: el Papa ha redoblado los esfuerzos para que las religiones puedan unirse la servicio de la paz. El último encuentro en Kazajistán es un ejemplo claro de cómo las religiones pueden coadyuvar al proceso de paz”, agregó Ojea.
El tercer fundamento de la encíclica es “el Evangelio, que está más vigente que nunca y nos trae ese nuevo paradigma que el Papa sintetiza en la parábola del buen samaritano, el del encuentro con un extraño en el camino”.
“Caminamos juntos, nos encontramos como en este caso con un extraño y sin embargo el buen samaritano se detiene, entrega su tiempo, descubre aquello que lo une al hermano caído en su humanidad, descubre la auténtica fraternidad y por eso mismo es que después del encuentro, sin duda alguna, los dos salen transformados”, profundizó sobre la parábola citada de forma recurrente por el Papa.
“La encíclica tiene una enorme vigencia porque estamos unidos en la respuesta de Caín”.
“Recordemos que el relato de Caín y Abel es como si fuera el relato originario de toda guerra”, argumentó sobre el pasaje bíblico y planteó que “refleja lo que estamos viviendo en este tiempo: un culto a la libertad que no conlleva a la responsabilidad” así como “un culto al individuo que no contiene en sí mismo la responsabilidad sobre la vida del hermano”.
“Y Fratelli Tutti es un llamado a poder encarnar en nuestra vida la humanidad por encima de todo“, convocó Ojea, “en un momento en que la humanidad está sedienta de paz”, reflexionó.
La encíclica, según el religioso, retoma la necesidad de “ir trabajando en una enorme apertura a lo diverso, en donde se pueda conjugar todo el sabor local con la necesidad de la paz y la fraternidad universal, redescubrir el valor de la solidaridad, del destino común de los bienes, atender las situaciones desesperantes de hermanos nuestros como aquellos que tienen que estar sometidos a migraciones forzadas, y que son rechazados en los lugares a los que acuden”.
Se trata, agregó, de “situaciones tremendas que vive el mundo a las que nadie tiene derecho a dar la espalda, porque somos todos partícipes de un destino común”.
“Al mismo tiempo, esta ansia de diálogo se va a expresar en la participación en la política, entendida como la mejor política, la más noble de las artes, vinculada con la caridad y la búsqueda del bien común”.
Una política, en definitiva, que “va a expresar claramente el rechazo a un capitalismo salvaje, que desprecia a la persona humana, que pone a la economía por encima de la persona y que ha reducido al hombre a ser una mercancía”.
La fraternidad y la buena Política, agregó Ojea, “se opone también a un populismo que aprovecha circunstancias, necesidades que vive la población para ser explotados por intereses individuales, por conveniencias particulares”.
“Por eso el Papa condena con claridad a todos los populismos: esta necesidad de diálogo se expresa también en la búsqueda a través de una política que se pueda expresar como una forma del amor, como una forma del amor social, a que volvamos a tener aprecio por el trabajo en favor de la cosa pública, del bien público”, finalizó.
“Las religiones pueden aportar al país su experiencia para dialogar y hacer puentes”
Monseñor Oscar Ojea planteó que “las religiones pueden aportar al país su experiencia para dialogar y hacer puentes” y destacó los vínculos interreligiosos y ecuménicos que ha construido la máxima institución católica en los últimos años. “A través de estos años, después del Concilio Vaticano II, el diálogo interreligioso y el ecuménico nos han hecho amigos con tantos hermanos judíos y musulmanes”.
“Muchas veces cuando sucede algo desagradable en una Iglesia, por ejemplo cuando se comete un atentado, los hermanos judíos son los primeros en llamar a la conferencia episcopal para expresar su solidaridad. Hemos construido una amistad, y hemos entendido el diálogo no solo a nivel teológico, no solo uniéndonos en la oración, cosa que es tan importante y que hacemos a menudo o cada vez que nos encontramos, sino que hemos cultivado una amistad“, ponderó Ojea.
Así, para el presidente de la CEA, “podemos decir que el diálogo interreligioso y el ecuménico son de los pocos diálogos que han funcionado en la Argentina”. También recordó la época Jorge Bergoglio como arzobispo porteño, entre 1998 y 2013: “En esa época tenemos en el Papa siendo arzobispo de Buenos Aires un ejemplo inmenso de su vocación, que ha quedado plasmada en tantas amistades que ha cultivado a partir de este dialogo tan fecundo”.
“De modo que nosotros podríamos aportar a la Nación, al país, esta experiencia que hemos ido teniendo a lo largo de los años con diversos obispos y sacerdotes dedicados con una vocación plausible al diálogo ecuménico e interreligioso, cómo hemos construido una amistad con hermanos judíos y musulmanes”, propuso.
“Por eso me ha llenado de orgullo que en la Ciudad de Buenos Aires haya un monumento dedicado al diálogo interreligioso, que tal vez no esté tan visible pero, sin embargo, simboliza una gran tarea que ha podido superar enconos y diferencias de muchos años que nos impedían compartir nuestras diferencias con respeto y hacernos amigos de verdad”, planteó.
En ese contexto, Ojea puso de relieve el carácter federal de las iniciativas y destacó que, por ejemplo, “el diálogo interreligioso en la Argentina se lleva adelante con enorme entusiasmo en todas las regiones del país” y afirmó que “ha crecido muchísimo en la arquidiócesis de Córdoba, donde se han construido amistades también con hermanos cordobeses judíos con quienes compartimos muchísimas veces escritos y muy buenos momentos”.
“Las religiones tienen que tener voz en el debate público, no pueden ser despreciados los textos religiosos clásicos. La misión de las religiones no puede quedar relegada al ámbito de lo privado, porque no estamos como religiosos al margen de la construcción del mundo”, así como “tampoco podemos renunciar a la dimensión política de la existencia, a la tensión al bien común, y al desarrollo humano integral”.
“Las religiones se ofrecen como una casa abierta que rompe muros, que construye puentes“, destacó, antes de recordar la tarea del Papa que “pone todo de su parte para poder construir a través de las distintas religiones una base que ayude a la hermandad y a la fraternidad universal, a la amistad social y al poder superar este individualismo feroz que nos cierra a la aceptación de la diversidad”.