Es psicólogo, hace más de 6 años que en lugar de ocuparse de lo que presumiblemente mejor sabe hacer, se abrazó, se encadenó, se adhirió y se atornilló a la función pública sin que pueda demostrar un mínimo hecho de gestión favorable a la sociedad de La Costa, en la asunción de Cardozo, muchos daban por echada su suerte, a tal punto que ante su desplazamiento del área de Desarrollo Social, con su caída al área de la producción se presumía que el sujeto iba a renunciar decorosamente, teniendo en cuenta el profundo desconocimiento del área, pero no, ahí se quedó, como una sola pieza Nores y el sillón amalgamados, incrustado en él.
Desde el inicio de la pandemia y la cuarentena en sus diversas formas, no hizo más que errar constantemente, demoró 90 días en abrir la pesca de playa cuando todos los infectólogos del mundo ya habían dejado establecido que en la arena y en el mar el virus no sobrevive un solo segundo, aún así demoro otros 30 días para abrir los muelles de pesca, como al pasar y para intentar simular y evitar reclamos declaró un convenio (incumplido) con los pescadores embarcados, a través de éste convenio se iba a generar un suministro de pescado fresco destinado a las mesas de la familias necesitadas de la costa; apenas unas pocas piezas llegaron, pero todas y cada una de ellas fueron distribuidas a través de su propia organización; un espanto de política clientelista, un funcionario del estado que se sirve de los recursos del estado para distribuirlos a través de una organización que le responde en lugar de utilizar los canales del estado.
En una mini entrevista realizada por Carlos Gonzalez, empleados directos de su oficina dijeron desconocer que cantidad y donde se distribuyó el pescado prometido hace 90 días, es lógico, ni ellos saben que sucedió.
Facundo Nores, el disfuncionario incrustado en los sillones de la función pública, en el barco de Cardozo, Nores puede ser el lastre pero también puede ser un ancla.