La ultraderecha planetaria tiene un modus operandi que es similar en todos los países. Acusa, difama y coacciona con herramientas jurídicas o virtuales, lo mismo da. España no es la excepción. Lo demuestra la denuncia basada en artículos periodísticos contra Begoña Gómez, la esposa del presidente del gobierno Pedro Sánchez y que llevó al líder del PSOE a evaluar si abandonaba el gobierno. Decisión que anunció, tomará este lunes. Manos Limpias, un sindicato sin sindicalistas, financiado por franquistas y falangistas, hizo la presentación. Una más en su extensa trayectoria de casi treinta años. Fundado en 1995 por el abogado Miguel Bernad Remón, un octogenario condenado a cuatro años de prisión en 2021 por extorsión y fraude, este gremio de funcionarios públicos y dudosa legitimidad es un querellante serial. La mayoría de sus imputaciones contra organizaciones y políticos de izquierda, parejas de homosexuales, y hasta una popular serie de TV para niños, nunca prosperaron. Esta vez parece que sucederá lo mismo. La fiscalía de Madrid pidió archivar el caso.
El periodista Javier Chicote Lerena, autor del libro Manos limpias, manos sucias (2019) – la investigación más documentada sobre la organización de extrema derecha – definió a Bernad Remón como “un franquista de tomo y lomo”. Aunque esta expresión cayó en cierto desuso, significa de “gran magnitud” en España. En efecto, el abogado nacido en 1942 en Bilbao pero criado en Valladolid donde se graduó en derecho, siempre tiene una causa judicial preparada para cada desayuno. Discípulo de Blas Piñar, el nacionalista católico que fundó Fuerza Nueva y durante la transición intentó ser la continuidad del franquismo, es un denunciador compulsivo que se basa a menudo en noticias difundidas en medios de la más rancia derecha. Público de España señaló que la denuncia contra Gómez, la pareja del político socialista, se basó en “ocho recortes de El Confidencial, Voz Pópuli, The Objective, ES Diario y Libertad Digital”.
La campaña de Manos Limpias tendiente a “purificar” el país de rojos, independentistas, gays, lesbianas y hasta fabricantes de viagra, más cualquier otro obstáculo en su guerra cultural por la hispanidad, tiene aportantes de lo más granado del franquismo y sus aliados. Pedro González Bueno Benítez, hijo de un falangista que fuera ministro en el primer gobierno del generalísimo, ha sido uno de los principales durante años. Jaime Alonso, un abogado nostálgico de la larga dictadura española, es otro. Pero hay muchos más en este pseudosindicato que presidió de manera simbólica hasta su muerte en 2017 la única hija de Franco, Carmen. El propio Bernad Remón, renuente a aceptar sus vínculos con la extrema derecha española, fue condecorado por la Fundación Francisco Franco a fines de 2011.
Otro personaje clave en la historia de Manos Limpias es la abogada Virginia López Negrete. Como su socio en la organización de extrema derecha, se arrogaba la representación de los funcionarios públicos que aportan o aportaban 60 euros por mes al colectivo. En 2017, al año siguiente de que Bernad Remón fuera a parar a la cárcel de Navalcarnero en la comunidad de Madrid, López Negrete lo abandonó.
Sobre ella también pesaban imputaciones por extorsión, amenazas y pertenecer a una organización criminal que presionaba a bancos con campañas de descrédito para obtener a cambio sumas millonarias, según distintos medios españoles. La letrada de Manos Limpias en el juicio por el Caso Nóos – una denuncia por corrupción contra la infanta Cristina y su esposo, Iñaki Urdangarin-, aprovechó que resultó absuelta en otra causa judicial (Ausbanc) para alejarse del sindicato.
Hoy ni siquiera Bernad Remón continúa detenido por el fallo de la Audiencia Nacional. Una sentencia reciente del Tribunal Supremo – el equivalente a la Corte de Argentina – concluyó que su conducta no encuadraba en el delito de extorsión. Según el diario El País del 14 de marzo pasado: “En cuanto a la estafa, señala que no ha sido posible identificar en qué consistió el engaño que se les atribuye”.
Manos Limpias se define en su página oficial como “un Sindicato de ámbito nacional, independiente, no hipotecado por nada ni por nadie, que tiene como fines la defensa de los legítimos intereses de sus afiliados dentro y fuera del Sector Público”. Hasta la detención de Bernad Remón en 2016, el periodista Chicote Lerena, jefe del área de investigación del periódico ABC, estima que la organización ultraderechista había promovido 1.500 denuncias en dos décadas. “Había años que ponía 60, 70, 80, hasta 120, esto es una denuncia cada tres días contando sábados y domingos…” explica en un video difundido el jueves último.
Aunque su presencia cotidiana en los tribunales era para querellar con frecuencia a políticos o fuerzas progresistas, tampoco desdeñó las denuncias contra el Partido Popular, como ocurrió con el Caso Gürtel, que ventiló una red de corrupción vinculada al PP entre 2007 y 2009. La más hilarante de todas las causas que impulsó en la Justicia fue contra el programa infantil de títeres Los Lunnis que emitía Televisión Española (TVE), porque según su visión ultramontana promovía la unión entre dos personas del mismo sexo. En esa línea volvió a acudir a tribunales cuando Bernad Remón se enteró que una pareja gay de la Guardia Civil había pedido compartir habitación en un cuartel de la fuerza.
No se salvó siquiera el exfutbolista Samuel Eto’o cuando jugaba en el Barcelona en 2005. El camerunés había celebrado el título de ese año con un mensaje dedicado a su clásico rival en España: “Madrid cabrón, saluda al campeón”. Por eso lo denunció. Su largo brazo justiciero llegó además hasta los fabricantes de Viagra. También incluyó al Ayuntamiento de San Sebastián, en el País Vasco, por no recibir a los Reyes Magos y no colocar pantallas en lugares públicos para que se pudiera seguir la Eurocopa.
El juez Baltazar Garzón siempre estuvo entre sus objetivos más preciados, pero el letrado y admirador de Blas Piñar nunca se salió con la suya. La jurisprudencia española contempla el estatuto de la acción popular que le permite a cualquier ciudadano con esa nacionalidad promover en la Justicia ese recurso. Este instrumento jurídico al que puede apelar un particular no agraviado en determinado proceso penal, convirtió a Manos Limpias desde 1995 en una especie de Inquisición posmoderna. Un apéndice del Santo Oficio en tiempos de Torquemada.