El 70% de los alumnos del Colegio nº 2 Domingo Faustino Sarmiento provienen del Barrio Padre Mugica.
Hace más de seis años, la profesora de historia Luciana Oddi, junto a su entonces colega Carlos Gamboa, pensaron cómo ayudar a los estudiantes del colegio N° 2 Domingo Faustino Sarmiento, de la ciudad de Buenos Aires, que abandonaban la escuela secundaria o estaban en riesgo de hacerlo. Nunca imaginaron la importancia que con el tiempo cobraría ese proyecto.“Tutorías de Intervención Territorial” no solo se convirtió desde 2016 en una herramienta para sostener la matricula del turno noche, sino que con la llegada de la pandemia cobraría un peso clave: muchos de los estudiantes venían con una situación de alta vulnerabilidad social y se habían “desconectado” completamente del colegio.La escuela está en el barrio porteño de Recoleta, sobre la calle Libertad entre Juncal y Arenales, pero al estar cerca de Retiro, concurren un 70% de chicas y chicos del Barrio Mugica. Luciana Oddi, Rosi Damin, Sebastián Rigueiro, Rocio Ríos y Lucas Lora, cinco profesores que no se olvidan de sus alumnos.. Oddi recuerda lo difícil que fueron los últimos dos años. “Hubo muchos factores que hicieron que los chicos se alejen”, afirma. Entre las principales razones, enumera la falta de conectividad, ya que la mayoría tenía “un solo celular para toda la familia” y no contaban con buena señal de Internet; la necesidad de asumir roles adultos –como trabajar o cuidar hermanos o hijos–; la dificultad de estudiar solos y la baja autoestima, que se acrecentó “con la angustia y la depresión” que tuvieron muchos jóvenes y adolescentes. Al retornar a la presencialidad en 2021, muchos bancos en las aulas seguían vacíos y entonces salieron a buscar a los estudiantes casa por casa. “Totalmente ad honorem y sin recursos”, aclara.“Cuando nos atendían, ellos o los padres, algunos nos decían que no volvían porque habían perdido el año o no sabían cómo rendir tantas materias”, detalla la profesora. Otros estaban por completo desanimados. ¿Qué hicieron? Les explicaron que sí podían volver, que los iban a ayudar a rendir o que podían directamente anotarse para el año siguiente. “Si no se puede lograr una continuidad curricular de ese ciclo, se trabaja la matriculación porque lo que queremos es que se queden en la escuela”, explica.Promover la reinserción escolar, así como fortalecer el vínculo de la institución con sus familias y la comunidad, es el objetivo de “Tutorías de Intervención Territorial” desde que comenzó. Además del “puerta a puerta” que hacen los sábados, adaptan los contenidos para que los estudiantes puedan “realmente” retornar, y los ayudan a reforzar los conocimientos con clases extras. El frente del histórico colegio, en la calle Libertad al 1200, en pleno barrio de Recoleta. (Street view)
“Antes teníamos El Galpón, un espacio debajo de la autopista, pero como está muy deteriorado, en diciembre el centro cultural La Escuelita nos prestó sus instalaciones en el barrio”, cuenta Oddi, y enseguida expresa lo orgullosa que está de que varios estudiantes hayan logrado rendir hasta cinco materias en una semana. “En especial uno –detalla y se emociona– que había quedado unos meses en situación de calle y, pese a todo lo que le pasó, terminó el año”.Ejemplos que van a contramano de los dichos de la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, quien en enero sostuvo que los estudiantes que dejaron de tener contacto con la escuela por la pandemia “seguramente ya están perdidos en el pasillo de una villa o cayeron en actividades de narcotráfico”. Los próximos días, los tutores comenzarán a “volantear y entusiasmar” para el turno tarde y, sobre todo, el de la noche. Y en marzo, saldrán por el barrio en busca de los indecisos. “En los volantes les decimos: ‘El colegio ya está funcionando, te estamos esperando. Vení, queremos conocer tu historia’. Porque siempre son historias, no es un curso. Son Leandro, Martín, María, Manuel, Ana… Y cuando dicen ‘no puedo’, ‘no sé’, les decimos: ‘Ya vas a poder’”, relata Oddi. Los docentes Rosi Damin y Lucas Lora, en una de las recorridas casa por casa por el Barrio Mugica. La propuesta de las tutorías es justamente armar una trayectoria educativa en singular, que tenga en cuenta la situación personal y laboral, aunque sean más largas. La profesora de historia recuerda que cuando arrancaron con el proyecto notaron que los jóvenes dejaban de ir al colegio en invierno. Al llegar a las casas, se dieron cuenta de que el frío se vivía de otra forma en los ranchos o que muchas madres solteras no tenían con quién dejar a los bebés.“Tenemos seis años de visitas registradas. El impacto es grande. Nuestro gran desafío es seguir consiguiendo modos de futuridad a través de la educación pública, revalorizando su rol transformador”, enfatiza Oddi.Para ella, la escuela es un lugar de pertenencia potentísimo para esos jóvenes “que están en formación y lo que tienen que poder hacer es soñar con una vida mejor, sea lo que sea que quieran hacer, pero mejor de la que tienen”. En este sentido, considera que la educación pública brinda esa posibilidad, “porque genera rupturas, discusiones, te hace cuestionarte”, y que “en un momento donde el tejido social está muy roto, hay que estar más que nunca”.Por eso, cuando salen a buscar a los alumnos a sus casas, lo primero que les dicen es “nos importás”. Pandemia y abandono escolar en CABA: las cifras de la discordia A mediados de agosto de 2020, el Gobierno porteño había dicho que 6500 chicos y chicas no tenían contacto con la escuela. En ese momento, el Estado Nacional ofreció otorgar netbooks con conexión a Internet y acompañar a esos estudiantes a través de promotores socioeducativos, pero la información nunca fue entregada.Según el Ministerio de Educación de la Ciudad, salieron a buscar a esos estudiantes casa por casa, y en el 2021, al inicio de las clases, “quedaban 440 chicos por revincular”, de los cuales, indican desde la cartera que encabeza Soledad Acuña, “hay 96 en una situación de vulneración de derechos” a quienes acompañan desde diferentes organismos porteños.Sin embargo, docentes, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil aseguran que es imposible verificar esos datos dado que no comparten esa información. A eso se suma que algunos dichos de Acuña (como que ya “es tarde” para buscar a los chicos que dejaron la escuela) siembran dudas en muchos sectores sobre los resultados del Programa Decí Presente, con el cual el macrismo porteño afirma haber recuperado al 98% de los chicos que habían perdido vínculo con su escuela durante el primer año de pandemia.En este sentido, en octubre pasado, la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) realizó un pedido de Acceso a la Información Pública para conocer cuántas niñas, niños y adolescentes habían abandonado la escuela durante 2020 y 2021, entre otros indicadores que pudieran dar cuenta del impacto sobre las trayectorias escolares en el contexto de emergencia sanitaria por el Covid-19.Como el Ministerio de Educación porteño no brindó esos datos, el 19 de enero de 2022 el Órgano Garante del Derecho de Acceso a la Información de la Ciudad le ordenó a Acuña entregar, en el lapso de 10 días hábiles, 6 de los 7 puntos requeridos. Vencido ese plazo, la cartera educativa sigue sin brindar la información solicitada, por lo que desde ACIJ adelantaron a Télam que iniciarán acciones legales. La ONG también pidió datos similares al Estado Nacional y a las provincias de Buenos Aires y Salta, sin que hasta el momento hayan obtenido lo requerido.“La situación de niñas, niños y adolescentes que abandonaron las escuelas o están en riesgo de hacerlo sigue siendo muy preocupante. La publicación de datos de estadística educativa es fundamental para que la sociedad en su conjunto pueda monitorear el accionar del Estado”, afirma Bárbara Zanino, del programa Derechos Sociales de la Niñez de ACIJ.Por su parte, el secretario general de la CTA de la ciudad de Buenos Aires y dirigente de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), Eduardo López, considera que los números que muestra el Poder Ejecutivo porteño siempre son “muy opacos” y que no se sabe a ciencia cierta cuántos chicos están alejados de las escuelas o, por ejemplo, cuántos no consiguieron matricula, salvo por las estimaciones de sindicatos u organizaciones. Para López, “el no acceso a estos datos está relacionado con la poca transparencia, producto de la holgura política que el PRO tiene en la Ciudad, el blindaje mediático y la complicidad judicial, y una mayoría absoluta en la Legislatura”.