En el culto ortodoxo griego, la comunión consiste en vino dulce y migas de pan que el sacerdote ofrece en una cuchara de plata bendecida que comparten todos los asistentes a una misa.
Ese rito se cumplió sin ninguna medida especial de prevención, pese a que en todo momento -incluso en la fila para comulgar- los feligreses y los sacerdotes mantuvieron la distancia entre personas recomendada para contener la propagación del coronavirus.
Las iglesias habían permanecido cerradas durante seis semanas entre las cuales transcurrió la Pascua ortodoxa, en contra de la opinión de buena parte del obispado local, según la agencia de noticias EFE.
Entre quienes más se opusieron a esa medida está el obispo retirado Ambrosio de Kalávrita, quien este domingo aprovechó la reapertura de los templos para “excomulgar motu proprio” al primer ministro, la ministra de Educación y el viceministro de Protección Ciudadana por lo que consideró la “blasfemia” de “considerar que la sangre de Cristo podría ser fuente de contagio”.
Sin embargo, horas después, el Santo Sínodo (conferencia episcopal) de la Iglesia ortodoxa griega desautorizó a Kalávrita en un comunicado en el que aclaró que sólo ese cuerpo tiene la facultad de excomulgar.