Mijaíl Gorbachov, el último mandatario de la Unión Soviética, murió este martes a los 91 años, así lo informaron desde el Hospital clínico central de Rusia. El último mandatario de la URSS, que sufría de problemas renales y ayer quedó internado tras un hemodiálisis, será enterrado en el cementerio Novodévichi de Moscú, en una tumba junto a los restos de su esposa Raísa, según reportó la agencia TASS.
Gorbachov fue una de las figuras más destacadas de la política del siglo XX. Encabezó la Unión Soviética durante sus últimos siete años de existencia en calidad de secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (1985-1991), el sexto en la historia del Estado y como presidente de la URSS (1990-1991), el primero y el último en la historia del país.
El mandatario que quiso reformar la URSS y acabó ‘alumbrando’ su final cuenta con legiones de partidarios y de detractores. Los primeros lo consideran un reformador legendario que llevó libertad y democracia a un país hermético y que creó los conceptos de ‘glásnost’ (transparencia y libertad de expresión) y de ‘perestroika’ (reconstrucción, reforma). Para los segundos, es simplemente responsable del final de una superpotencia.
El ascenso de Gorbachov como máxima autoridad de la URSS comenzó en 1971, cuando entró en el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética. En esa época era el máximo funcionario del poder en la región de Stávropol, donde comenzó a tomar decisiones de política pública en manteria agropecuaria, que lo llevaron en 1978 a Moscú para hacerse cargo de ese sector económico a nivel nacional. Dos años después, Gorbachov fue elegido miembro del Politburó, el máximo órgano del poder ejecutivo de la URSS.
Cinco años integró Gorbachov el Politburó hasta que en marzo de 1985 fue elegido secretario general del Comité Central del Partido Comunista. A poco de llegar al poder acuñó la política que lo haría conocido a nivel global y que marcaría el principio del fin de la Unión Soviética: la “perestroika”, un vuelco, una “reconstrucción” de la organización política y económica de la URSS, que habilitó la vuelta de la iniciativa privada.
La “perestroika” fue acompañada por “glásnost”, que buscaba plantear políticas de transparencia y la libertad de expresión y limitó la intervención del Partido Comunista sobre los medios de comunicación y la producción artística. También se liberó a presos políticos y se autorizaron las manifestaciones de protesta en las calles. En 1988, la Unión Soviética puso fin al bloqueo de programas de estaciones de radio occidentales.
Gorbachov también introdujo elecciones libres en las que pudieron participar varios candidatos, a diferencia de la versión soviética tradicional, en la que existía solo una candidatura en la lista. Entre el 25 de mayo y el 9 de junio de 1989 se celebró en Moscú el primer Congreso de los Diputados del Pueblo de la URSS, el nuevo órgano supremo legislativo del país salido de los primeros comicios libres en la nación.
En marzo de 1990, el Congreso de los Diputados del Pueblo aprobó enmiendas para la Constitución del Estado que cambiaron el sistema político del país. El 15 de marzo se introdujo el cargo de presidente para reemplazar a la máxima autoridad que recaía en el secretario general del Comité Central del Partido Comunista. En las primeras elecciones , los electores fueron solo los miembros del Congreso y Gorbachov fue el primer y único presidente de la URSS.
El 25 de diciembre de 1991, en un discurso televisado de un minuto y 12 segundos Mijail Gorbachov bajó el telón definitivo a 74 años a la Unión Soviética, cuando anunció su renuncia como presidente del bloque de 15 naciones, que se desintegró detrás de él. Fue la confirmación del mandato del Tratado de Belavesha, firmado 17 días antes, por los presidentes de un puñado de aquellas repúblicas, que en realidad habían escrito en tono diplomático y jurídico lo que todas reclamaban, al menos desde la caída del Muro de Berlín, dos años antes.