El próximo martes se cumplen dos años del accidente automovilístico que le costó la vida al tres veces gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota.
Se encontraba en su mejor momento político, dicen quienes lo rodeaban. Trabajaba en un proyecto de unidad nacional que buscaba poner fin a la era macrista y devolver el peronismo al poder central. Un anticipo del movimiento que luego hizo Cristina Kirchner y que acaso lo hubiera tenido a él como elegido, si no ocurría la tragedia que lo encontró en la autopista camino a Córdoba Capital.
El giro que inició De la Sota implicó una apuesta de reconciliación del peronismo cordobés con el nacional que su amigo y socio político Juan Schiaretti, nunca digirió y veía con recelo.
Su muerte supuso el fin de un sistema de alternancia que, desde 1998, le permitió al peronismo administrar de manera ininterrumpida la provincia. En el 2023, cuando Schiaretti se vea impedido constitucionalmente de buscar su reelección, ya no estará allí para reemplazarlo el creador de la exitosa marca Unión por Córdoba.
Y en ese camino por la sucesión avanza su hija, Natalia de la Sota. Aunque con bajo perfil por elección, la actual vicepresidenta de la Legislatura cordobesa, trabaja en el armado y consolidación de un espacio propio que le permita jugar en ligas mayores de cara.