En el marco de su política contra las “organizaciones peligrosas”, Facebook comenzó la semana pasada a eliminar grupos y páginas vinculados al movimiento de la teoría de la conspiración QAnon, así como cuentas de Instagram relacionadas con la misma, “incluso si no contienen contenido violento”.
Se trata de una actualización de la política adoptada en agosto por la compañía, que inicialmente solo eliminó cuentas relacionadas con teorías de la conspiración que discutían sobre violencia, y que tuvo como consecuencia el bloqueo de unas 1.500 páginas, grupos y perfiles. En julio, Twitter suspendió permanentemente más de 7.000 cuentas asociadas con el movimiento, explicando que sus mensajes podrían causar daño y violar las normas de la plataforma.
Lo que comenzó en 2017 como una teoría de la conspiración marginal en Internet, recientemente ha ido cobrando fuerza tanto en EE.UU. como a nivel mundial (se informa que se está extendiendo en Alemania y Reino Unido), y atrayendo a numerosos y fervientes seguidores, incluidos diversos políticos republicanos.
¿De qué se trata?
Nacido de la mano de un misterioso internauta identificado como Q —quien dice tener acceso a altos mandos del Gobierno de EE.UU.—, el movimiento QAnon sostiene, entre otras teorías de conspiración, que el mundo está dirigido por un grupo de pedófilos y adoradores de Satanás que conspiran contra Trump al tiempo que operan una red mundial de tráfico sexual de niños.
Por su parte, el mandatario republicano es visto como un ‘salvador’ que, de la mano de la cúpula militar estadounidense, trabaja de forma discreta para arrestar a los miembros del denominado ‘Deep state’ (‘Estado profundo’) contrarios a su Administración, quienes estarían envueltos en esas presuntas actividades ilícitas.
Según los seguidores del movimiento, el inquilino de la Casa Blanca, a través de mensajes ocultos en sus declaraciones públicas, les hace saber que está cumpliendo con su papel de ‘justiciero’. Coincidentemente, las primeras publicaciones de QAnon comenzaron en octubre de 2017, días después de que Trump anunciara ante la prensa —sin proveer explicación alguna— que “se acercaba una tormenta”