Que Pedro Sánchez vuelva a ser investido presidente del Gobierno español depende exclusivamente de Carles Puigdemont, pero el independentista catalán ha decidido hacer esperar al socialista para demostrar que no es alguien fácil de convencer.
Sin embargo, el jueves parecía todo hecho.
Instalado cerca de Bruselas para evitar a la justicia española, el líder de la tentativa fallida de secesión de Cataluña de 2017 había convocado a la dirección de su partido Juntos por Cataluña (Junts per Catalunya, JxCat) en un hotel de la capital belga. Se dispuso incluso un atril con micrófono para una intervención ante la prensa, pero al final del día se había retirado todo sin usarlo.
En su lugar, un mensaje en X (antes llamado Twitter) de un Puigdemont pidiendo “prudencia”, por “más prisas que algunos tengan”, en una referencia implícita a los socialistas de Pedro Sánchez.
Demanda de Amnistía
A cambio del apoyo de los siete diputados de su partido -imprescindible para que el presidente del Gobierno saliente sea restituido en el poder por el fragmentadísimo Parlamento surgido de las elecciones del 23 de julio-, Puigdemont exige una amnistía para los independentistas procesados por la Justicia española.
Esta medida, muy controvertida y aceptada por los socialistas, debería permitirle regresar a España, seis años después de su huida a Bélgica en los días posteriores al fallido intento de secesión.
“Discrepancias de última hora”
La propuesta de ley de amnistía de los socialistas había recibido ya el visto bueno del otro gran partido independentista, Izquierda Republicana de Cataluña (Esquerra Republicana de Catalunya, ERC), que gobierna en la región, y que votará a favor de que Sánchez siga en el poder.
Para sellar el acuerdo, el presidente del Gobierno en funciones despachó el jueves a Barcelona a su mano derecha, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. Según la prensa española, con la esperanza de que Bolaños celebrara al mismo tiempo un acuerdo paralelo con el partido de Puigdemont.
Con cara de circunstancias, Bolaños tuvo que limitarse a decir que esperaba que el acuerdo con Junts se firmara “pronto”.
Según dijo Jaume Asens, miembro de la izquierda radical que ha gobernado con Sánchez, y negociador del acuerdo con Junts, surgieron “discrepancias de última hora”, sin querer revelarlas.
Pero “la distancia es tan poca”, que es imposible que no haya acuerdo”, aseguró en una entrevista en la televisión pública española, expresando su convicción de que habrá acuerdo en las “próximas horas o días”.
La prensa española apunta que las discrepancias se centran en la cantidad de personas que podrían beneficiarse de la amnistía. En un mensaje a la dirección de Junts, cuya autenticidad fue confirmada a la AFP por la formación, su secretario general, Jordi Turull, prometió que no abandonarán a “ningún soldado”. Se vienen “horas y días de mucha presión”, añadió.
Combate por la hegemonía
Según Antonio Barroso, analista de la consultora Teneo, la poca prisa de Puigdemont para firmar un acuerdo con los socialistas se debe a la lucha de poder que libran su formación y ERC en Cataluña, donde el independentismo gobierna desde hace más de una década.
Junts, más radical, ha presentado en los últimos años una oposición frontal al Gobierno de Pedro Sánchez, aunque le llevó al poder en 2018 votando a favor de la moción de censura que presentó contra su antecesor conservador Mariano Rajoy. ERC, más moderada, aboga por el diálogo con Madrid y apoya habitualmente al Gobierno en el Parlamento.
“Junts esta en un combate feroz con Esquerra por la hegemonía del independentismo” y “Puigdemont tiene miedo de que lo pinten como alguien que ha traicionado a los suyos” al aceptar dar otro mandato a Sánchez, declaró el analista a la AFP.
Narración
Aliados en el gobierno regional que lideraba Puigdemont cuando se produjo el intento de secesión, los dos partidos rompieron lazos el año pasado y ERC, acusada por Junts de debilidad frente al gobierno central, gobierna Cataluña en solitario actualmente.
En este contexto, Puigdemont quiere imponer “una narración distinta” a la de ERC sobre el acuerdo que facilitará la gobernabilidad de España, por lo que “la última palabra ha de ser la suya”, escribía el viernes el periodista Enric Juliana en el diario barcelonés La Vanguardia.