El ejército ruso anunció el jueves el inicio de la retirada de sus tropas de Jersón, una estratégica ciudad del sur de Ucrania que ocupaba desde fines de febrero. El comandante de las operaciones rusas en Ucrania, el general Serguei Surovikin, presentó esta retirada como una forma de salvar a los miles de soldados rusos, atrapados de espaldas al río Dniéper y bajo una fuerte presión del enemigo.
Desde finales de agosto, el ejército ucraniano está realizando una amplia contraofensiva en la región, que le ha permitido retomar decenas de localidades utilizando artillería de largo alcance y alta precisión suministrada por Occidente. Kiev lleva semanas bombardeando los depósitos de municiones y las líneas de suministro rusas. También han aumentado las ejecuciones selectivas de altos responsables prorrusos.
“El enemigo no tuvo otra opción que huir”, declaró el general Oleksiy Gromov del Estado Mayor ucraniano, aunque agregó que le era imposible “confirmar o negar” si en realidad se retiraron. Moscú ya había ordenado la evacuación de los civiles y de la administración de ocupación de Jersón el 18 de octubre hacia la orilla izquierda del Dniéper, una barrera natural donde Moscú podría consolidar mejor sus líneas.
El centro de análisis militar ISW consideró poco probable que el anuncio de la retirada rusa fuera una maniobra distractiva. Dijo que había constatado “una retirada constante de las fuerzas rusas, los recursos militares y económicos y los elementos de la ocupación” en la orilla oriental del Dniéper.
La retirada de las tropas rusas es un revés para Vladimir Putin, que anunció la anexión de la región de Jersón en septiembre, junto con otros tres territorios ucranianos, y había prometido que esas tierras serían rusas “para siempre”. Será difícil para Moscú continuar su ofensiva hacia la ciudad ucraniana de Mikolaiv y el estratégico puerto de Odesa en el mar Negro. Además, Rusia podría perder el control de la presa de Kakhovka que es estratégica para abastecer de agua a la península de Crimea anexionada, limítrofe con la región de Jersón. Desde la ciudad de Jersón, las tropas ucranianas podrían incluso atacar a Crimea con artillería.
Tras la retirada rusa del noreste de Ucrania, este segundo repliegue en dos meses puede pesar en el ánimo de las tropas, en un momento en que Moscú está desplegando cientos de miles de reservistas, en su mayoría civiles sin experiencia militar. Los canales de noticias rusos se refirieron poco a la retirada, como suelen hacer cuando hay malas noticias. A diferencia de los anteriores reveses rusos, los altos responsables del régimen aprobaron en general la retirada, absteniéndose de criticar a la jerarquía militar.
El nombramiento en octubre del general Serguei Surovikin como jefe de las fuerzas rusas en Ucrania parece haber satisfecho a los más radicales. Este militar tiene fama de implacable y competente, capaz de tomar decisiones difíciles. El despliegue de las tropas rusas detrás del río Dniéper dificultaría que Ucrania prosiga su ofensiva en la región. Moscú, que ha sufrido grandes pérdidas, quiere darse tiempo para equipar y entrenar a las decenas de miles de soldados movilizados, con vistas quizás a una nueva ofensiva después del invierno.