Drones cargados de explosivos lanzados por Rusia contra la capital de Ucrania provocaron este lunes incendios de edificios y la muerte de cuatro personas, en el segundo bombardeo a Kiev en una semana luego de meses de relativa calma en la ciudad. Mientras tanto las tropas rusas siguen llegando a la vecina Bielorrusia, en un despliegue que amenaza con crear un segundo frente como ocurriera al inicio del conflicto en febrero.
“Todas las noches y todas las mañanas el enemigo aterroriza a la población. El enemigo puede atacar nuestras ciudades, pero no podrá doblegarnos”, afirmó el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en la red Telegram. Según las últimas informaciones al menos cuatro personas murieron en los ataques contra la capital ucraniana, uno de los cuales impactó en un edificio de departamentos.
Una veintena de personas lograron ser rescatadas en el edificio residencial alcanzado en el céntrico barrio de Shevchenkivsky. Los ataques enemigos impactaron no sólo en la capital ucraniana, sino también en otras nueve regiones desde el oeste al norte y desde el este al sur y la costa del mar Negro.
Cruces por la ayuda militar
En Moscú, el Ministerio de Defensa ruso dijo que el Ejército había usado “armas de alta precisión y largo alcance lanzadas desde el aire o el mar” y que “todos los blancos asignados” fueron alcanzados y destruidos. Por su parte, Ucrania dijo que los drones usados en los ataques eran los Shahed-136 de fabricación iraní y pidió sanciones internacionales contra Teherán por suministrar drones a Moscú.
Mientras tanto el expresidente ruso Dmitri Medvedev amenazó a Israel con una ruptura de las relaciones bilaterales si ayuda militarmente a Ucrania. El ministro para la Diáspora de Israel, Nachman Shai, había alertado el domingo por el supuesto envío a Rusia de misiles balísticos iraníes y sentenció: “Ya no hay duda de que Israel debe implicarse en este sangriento conflicto tal como lo hicieron Estados Unidos y los países de la OTAN”.
Segundo frente
Rusia volvió a rechazar este lunes llamados de la ONU para desmilitarizar una zona alrededor de la planta nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa, ubicada en el sudeste de Ucrania y controlada desde marzo pasado por las tropas rusas. El jefe adjunto de la delegación rusa ante la Primera Comisión de la Asamblea General de la ONU, Konstantín Vorontsov, aseguró que una desmilitarización de la zona “resultaría en el debilitamiento de su nivel de protección y una mayor amenaza de ataques terroristas”.
Mientras ucranianos y rusos combaten en el Donbass y el sur del país, Rusia y Bielorrusia aceleran la formación de una Agrupación Militar Regional en el flanco occidental en un intento de garantizar la seguridad de las fronteras de la Unión Estatal. Según informó el lunes el ministerio de Defensa bielorruso, Rusia enviará unos 170 tanques, hasta 200 vehículos blindados de combate y hasta cien piezas de artillería y morteros a la frontera sur de Bielorrusia, que linda con Ucrania.