El gobernador de Córdoba vio fracasar dos intentos al límite de la ley para defender su boleta corta. La insólita App que violaba el secreto del voto.
Juan Schiaretti quiere evitar el papelón que implicaría pasar de sacar 50 puntos a salir tercero en Córdoba sólo en un par de meses. Por eso el gobernador pidió que le manden urgente tres millones de boletas a Alberto Fernández para poder repartirlas con la suya.
La preocupación central de Schiaretti es que el experimento de ir con boleta corta resulte un fiasco y lo deje atrás de Cambiemos y del peronismo, por lo que balancea su apoyo en una estrategia ambigüa que puede fallar en octubre.
Es que sus propios funcionarios comienzan a reconocer a los medios locales que es necesario moderar las expectativas, en un indicio de que creen que no lograrán renovar las bancas de Adriana Nazario y Juan Brügge que vencen en diciembre y que es posible que terminen metiendo un solo legislador.
Como supo LPO, el acercamiento de Schiaretti al peronismo se acentuó en los últimos días con su pedido de que le “manden ya” desde Buenos Aires unas tres millones de boletas de Alberto y Cristina Kirchner, tan solo unos días después de almorzar con Omar Perotti, gobernador electo en Santa Fe.
Sin embargo, el gobernador aún coquetea con Cambiemos y agasajó días atrás a Mauricio Macri con una cena en la que no estuvo su esposa Alejandra Vigo, un gesto que molestó mucho al Presidente. Acaso por eso, la primera dama de Córdoba debió salir a desmentir las versiones de acercamiento al peronismo y le marcó la cancha al senador Carlos Caserio al defender la boleta corta.
Como dio cuenta LPO, Schiaretti había lanzado una jugada desesperada para para que todos los candidatos presidenciales compitan con boleta corta en su provincia, una estrategia que impulsó el Frente Renovador misionero y que parecía extenderse a los distritos donde los gobernadores no apoyan a ningún candidato presidencial. Le salió mal porque la justicia rechazó el pedido.
Entonces buscó estrenar una página web para que los cordobeses pudieran armar su boleta, que les sería entregada a domicilio. Una suerte de App con boletas armadas a domicilio, que les llegaban a quienes validaran los datos con su celular. Se trató de una iniciativa tan polémica que la Cámara Electoral debió salir a explicarle que era un delito porque viola el secreto del voto.
La estrategia de Schiaretti de jugar a dos puntas y la serie de intentos fallidos que lanzó para evitar los efectos adversos de la boleta corta lo dejaron en el eje de la polémica y evidenciaron su falta de muñeca para algunos temas, ya que el siempre se movió como un hombre de gestión mientras José Manuel De la Sota era el que hacía política, en una ausencia que se empieza a notar en la campaña.